ÍNTIMA (Gabriela Mistral, Chile 1889-1957)
Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
Tiempo de reposar con mucho polvo
Y sombra en los entretejidos dedos.
© Pintura de John Everett Millais |
Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
Tiempo de reposar con mucho polvo
Y sombra en los entretejidos dedos.
Y dirías: -"No puedo
Amarla, porque ya se desgranaron
Como mieses sus dedos".
Amarla, porque ya se desgranaron
Como mieses sus dedos".
Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
De luz menguada, en que estaré sin labios
Sobre un mojado suelo.
Vendrá el instante lleno
De luz menguada, en que estaré sin labios
Sobre un mojado suelo.
Y dirías: -"La amé, pero no puedo
Amarla más, ahora que no aspira
El olor de retamas de mi beso.
Amarla más, ahora que no aspira
El olor de retamas de mi beso.
Y me angustiaré oyéndote,
Y hablarás loco y ciego,
Que mi mano será sobre tu frente
Cuando rompan mis dedos,
Y bajará sobre tu cara llena
De ansia mi aliento.
Y hablarás loco y ciego,
Que mi mano será sobre tu frente
Cuando rompan mis dedos,
Y bajará sobre tu cara llena
De ansia mi aliento.
No me toques, por tanto. Mentiría
Al decir que te entrego
Mi amor en estos brazos extendidos,
En mi boca, en mi cuello,
Y tú, al creer que lo bebiste todo,
Te engañarías como un niño ciego.
Al decir que te entrego
Mi amor en estos brazos extendidos,
En mi boca, en mi cuello,
Y tú, al creer que lo bebiste todo,
Te engañarías como un niño ciego.
Porque mi amor no es sólo esta gavilla
Reacia y fatigada de mi cuerpo,
Que tiembla entera al roce del cilicio
Y que se me rezaga en todo vuelo.
Reacia y fatigada de mi cuerpo,
Que tiembla entera al roce del cilicio
Y que se me rezaga en todo vuelo.
Es lo que está en el beso, y no es el labio;
Lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡Es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
El gajo de las carnes, volandero!
BALADA
Lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡Es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
El gajo de las carnes, volandero!
BALADA
El pasó con otra;
Yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
Y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
Le vieron pasar!
Yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
Y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
Le vieron pasar!
Él va amando a otra
Por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
Pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
Por la tierra en flor!
Por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
Pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
Por la tierra en flor!
El besó a la otra
A orillas del mar;
Resbaló en las olas
La luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
La extensión del mar!
A orillas del mar;
Resbaló en las olas
La luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
La extensión del mar!
El irá con otra
Por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar)
Y el irá con otra
Por la eternidad.
COSAS
Sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
Y, roto el pacto enorme, tenías que morir.
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!
Por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar)
Y el irá con otra
Por la eternidad.
COSAS
Yo toco un agua silenciosa,
Parada en pastos friolentos,
Que sin un viento tiritaba
En el huerto que era mi huerto.
Parada en pastos friolentos,
Que sin un viento tiritaba
En el huerto que era mi huerto.
La miro como la miraba;
Me da un extraño pensamiento,
Y juego, lenta, con esa agua
Como con pez o con misterio.
Me da un extraño pensamiento,
Y juego, lenta, con esa agua
Como con pez o con misterio.
Pienso en umbral donde dejé
Pasos alegres que ya no llevo,
Y en el umbral veo una llaga
Llena de musgo y de silencio.
Pasos alegres que ya no llevo,
Y en el umbral veo una llaga
Llena de musgo y de silencio.
Yo busco un verso que he perdido,
Que a los siete años me dijeron.
Fue una mujer haciendo el pan
Y yo su santa boca veo.
Que a los siete años me dijeron.
Fue una mujer haciendo el pan
Y yo su santa boca veo.
Viene un aroma roto en ráfagas;
Soy muy dichosa si lo siento;
De tan delgado no es aroma,
Siendo el olor de los almendros.
Soy muy dichosa si lo siento;
De tan delgado no es aroma,
Siendo el olor de los almendros.
Me vuelve niños los sentidos;
Le busco un nombre y no lo acierto,
Y huelo el aire y los lugares
Buscando almendros que no encuentro.
Le busco un nombre y no lo acierto,
Y huelo el aire y los lugares
Buscando almendros que no encuentro.
Un río suena siempre cerca.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
O bien un ritmo que me dieron.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
O bien un ritmo que me dieron.
O el río Elqui de mi infancia
Que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
Como dos niños nos tenemos.
Que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
Como dos niños nos tenemos.
Cuando sueño la Cordillera,
Camino por desfiladeros,
Y voy oyéndoles, sin tregua
Un silbo casi juramento.
Camino por desfiladeros,
Y voy oyéndoles, sin tregua
Un silbo casi juramento.
Veo al remate del Pacífico
Amoratado mi archipiélago,
Y de una isla me ha quedado
Un olor acre de alción muerto...
Amoratado mi archipiélago,
Y de una isla me ha quedado
Un olor acre de alción muerto...
Un dorso, un dorso grave y dulce,
Remata el sueño que yo sueño.
Es al final de mi camino
Y me descanso cuando llego.
Remata el sueño que yo sueño.
Es al final de mi camino
Y me descanso cuando llego.
Es tronco muerto o es mi padre,
El vago dorso ceniciento.
Yo no pregunto, no lo turbo.
Me tiendo junto, callo y duermo.
El vago dorso ceniciento.
Yo no pregunto, no lo turbo.
Me tiendo junto, callo y duermo.
Amo a una piedra de Oaxaca
O Guatemala, a que me acerco,
Roja y fija como mi cara
Y cuya grieta da un aliento.
O Guatemala, a que me acerco,
Roja y fija como mi cara
Y cuya grieta da un aliento.
Al dormirme queda desnuda;
No sé por qué yo la volteo.
Y tal vez nunca la he tenido
Y es mi sepulcro lo que veo...
VERGÜENZA
No sé por qué yo la volteo.
Y tal vez nunca la he tenido
Y es mi sepulcro lo que veo...
VERGÜENZA
Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
Como la hierba a que bajó el rocío,
Y desconocerán mi faz gloriosa
Las altas cañas cuando baje el río.
Como la hierba a que bajó el rocío,
Y desconocerán mi faz gloriosa
Las altas cañas cuando baje el río.
Tengo vergüenza de mi boca triste,
De mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
Me encontré pobre y me palpé desnuda.
De mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
Me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
Más desnuda de luz en la alborada
Que esta mujer a la que levantaste,
Porque oíste su canto, la mirada.
Más desnuda de luz en la alborada
Que esta mujer a la que levantaste,
Porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan,
Mi dicha los que pasan por el llano,
En el fulgor que da a mi frente tosca
Y en la tremolación que hay en mi mano...
Mi dicha los que pasan por el llano,
En el fulgor que da a mi frente tosca
Y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
Mírame largo y habla con ternura,
¡Que mañana al descender al río
La que besaste llevará hermosura!
Mírame largo y habla con ternura,
¡Que mañana al descender al río
La que besaste llevará hermosura!
La mesa, hijo, está tendida,
En blancura quieta de nata,
Y en cuatro muros azulea,
Dando relumbres, la cerámica.
Esta es la sal, este el aceite
Y al centro el pan que casi habla.
Oro más lindo que oro del pan
No está ni en fruta ni en retama,
Y da su olor de espiga y horno
Una dicha que nunca sacia.
Lo partimos, hijito, juntos,
Con dedos duros y palma blanda,
Y tú lo miras asombrado
De tierra negra que da flor blanca.
En blancura quieta de nata,
Y en cuatro muros azulea,
Dando relumbres, la cerámica.
Esta es la sal, este el aceite
Y al centro el pan que casi habla.
Oro más lindo que oro del pan
No está ni en fruta ni en retama,
Y da su olor de espiga y horno
Una dicha que nunca sacia.
Lo partimos, hijito, juntos,
Con dedos duros y palma blanda,
Y tú lo miras asombrado
De tierra negra que da flor blanca.
Baja la mano de comer,
Que tu madre también la baja.
Los trigos, hijo, son del aire,
Y son del sol y de la azada;
Pero este pan "cara de Dios"
No llega a mesas de las casas;
Y si otros niños no lo tienen,
Mejor, mi hijo, no lo tocarás,
Y no tomarlo mejor sería
Con mano y mano avergonzadas.
Que tu madre también la baja.
Los trigos, hijo, son del aire,
Y son del sol y de la azada;
Pero este pan "cara de Dios"
No llega a mesas de las casas;
Y si otros niños no lo tienen,
Mejor, mi hijo, no lo tocarás,
Y no tomarlo mejor sería
Con mano y mano avergonzadas.
SONETOS DE LA MUERTE
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
Te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
Y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
Y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te acostaré en la tierra soleada con una
Dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
Y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
Al recibir tu cuerpo de niño dolorido.
Dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
Y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
Al recibir tu cuerpo de niño dolorido.
Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
Y en la azulada y leve polvareda de luna,
Los despojos livianos irán quedando presos.
Y en la azulada y leve polvareda de luna,
Los despojos livianos irán quedando presos.
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡Porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
Bajará a disputarme tu puñado de huesos!
Bajará a disputarme tu puñado de huesos!
II
Este largo cansancio se hará mayor un día,
Y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
Arrastrando su masa por la rosada vía,
Por donde van los hombres, contentos de vivir.
Y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
Arrastrando su masa por la rosada vía,
Por donde van los hombres, contentos de vivir.
Sentirás que a tu lado caban briosamente,
Que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente
¡Y después hablaremos por una eternidad!
Que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente
¡Y después hablaremos por una eternidad!
Sólo entonces sabrás el porqué no madura
Para las hondas huesas tu carne todavía,
Tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.
Para las hondas huesas tu carne todavía,
Tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.
Se hará luz en la zona de los sinos, oscura:
Sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
Y, roto el pacto enorme, tenías que morir.
III
Malas manos tomaron tu vida desde el día
En que, a una señal de astros, dejara su plantel
Nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él.
En que, a una señal de astros, dejara su plantel
Nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él.
Y yo dije al Señor: -Por las sendas mortales
Le llevan, ¡sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
O le hundes en el largo sueño que sabes dar!
Le llevan, ¡sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
O le hundes en el largo sueño que sabes dar!
¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad!
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor.
Su barca empuja un negro viento de tempestad!
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor.
Se detuvo la barca rosa de su vivir
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!
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