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domingo, 26 de septiembre de 2010

Gabriela Mistral

ÍNTIMA (Gabriela Mistral, Chile 1889-1957)
 
© Pintura de John Everett Millais

Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
Tiempo de reposar con mucho polvo
Y sombra en los entretejidos dedos.
Y dirías: -"No puedo
Amarla, porque ya se desgranaron
Como mieses sus dedos".
Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
De luz menguada, en que estaré sin labios
Sobre un mojado suelo.
Y dirías: -"La amé, pero no puedo
Amarla más, ahora que no aspira
El olor de retamas de mi beso.
Y me angustiaré oyéndote,
Y hablarás loco y ciego,
Que mi mano será sobre tu frente
Cuando rompan mis dedos,
Y bajará sobre tu cara llena
De ansia mi aliento.
No me toques, por tanto. Mentiría
Al decir que te entrego
Mi amor en estos brazos extendidos,
En mi boca, en mi cuello,
Y tú, al creer que lo bebiste todo,
Te engañarías como un niño ciego.
Porque mi amor no es sólo esta gavilla
Reacia y fatigada de mi cuerpo,
Que tiembla entera al roce del cilicio
Y que se me rezaga en todo vuelo.
Es lo que está en el beso, y no es el labio;
Lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡Es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
El gajo de las carnes, volandero!



BALADA 


El pasó con otra;
Yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
Y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
Le vieron pasar!
Él va amando a otra
Por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
Pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
Por la tierra en flor!
El besó a la otra
A orillas del mar;
Resbaló en las olas
La luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
La extensión del mar!
El irá con otra
Por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar)
Y el irá con otra
Por la eternidad.




COSAS


Amo las cosas que nunca tuve
Con las otras que ya no tengo:
Yo toco un agua silenciosa,
Parada en pastos friolentos,
Que sin un viento tiritaba
En el huerto que era mi huerto.
La miro como la miraba;
Me da un extraño pensamiento,
Y juego, lenta, con esa agua
Como con pez o con misterio.
Pienso en umbral donde dejé
Pasos alegres que ya no llevo,
Y en el umbral veo una llaga
Llena de musgo y de silencio.
Yo busco un verso que he perdido,
Que a los siete años me dijeron.
Fue una mujer haciendo el pan
Y yo su santa boca veo.
Viene un aroma roto en ráfagas;
Soy muy dichosa si lo siento;
De tan delgado no es aroma,
Siendo el olor de los almendros.
Me vuelve niños los sentidos;
Le busco un nombre y no lo acierto,
Y huelo el aire y los lugares
Buscando almendros que no encuentro.
Un río suena siempre cerca.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
O bien un ritmo que me dieron.
O el río Elqui de mi infancia
Que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
Como dos niños nos tenemos.
Cuando sueño la Cordillera,
Camino por desfiladeros,
Y voy oyéndoles, sin tregua
Un silbo casi juramento.
Veo al remate del Pacífico
Amoratado mi archipiélago,
Y de una isla me ha quedado
Un olor acre de alción muerto...
Un dorso, un dorso grave y dulce,
Remata el sueño que yo sueño.
Es al final de mi camino
Y me descanso cuando llego.
Es tronco muerto o es mi padre,
El vago dorso ceniciento.
Yo no pregunto, no lo turbo.
Me tiendo junto, callo y duermo.
Amo a una piedra de Oaxaca
O Guatemala, a que me acerco,
Roja y fija como mi cara
Y cuya grieta da un aliento.
Al dormirme queda desnuda;
No sé por qué yo la volteo.
Y tal vez nunca la he tenido
Y es mi sepulcro lo que veo...



VERGÜENZA

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
Como la hierba a que bajó el rocío,
Y desconocerán mi faz gloriosa
Las altas cañas cuando baje el río.
Tengo vergüenza de mi boca triste,
De mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
Me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
Más desnuda de luz en la alborada
Que esta mujer a la que levantaste,
Porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan,
Mi dicha los que pasan por el llano,
En el fulgor que da a mi frente tosca
Y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
Mírame largo y habla con ternura,
¡Que mañana al descender al río
La que besaste llevará hermosura!



 
LA CASA

© Arte Digital de Ona Loots
La mesa, hijo, está tendida,
En blancura quieta de nata,
Y en cuatro muros azulea,
Dando relumbres, la cerámica.
Esta es la sal, este el aceite
Y al centro el pan que casi habla.
Oro más lindo que oro del pan
No está ni en fruta ni en retama,
Y da su olor de espiga y horno
Una dicha que nunca sacia.
Lo partimos, hijito, juntos,
Con dedos duros y palma blanda,
Y tú lo miras asombrado
De tierra negra que da flor blanca.
Baja la mano de comer,
Que tu madre también la baja.
Los trigos, hijo, son del aire,
Y son del sol y de la azada;
Pero este pan "cara de Dios"
No llega a mesas de las casas;
Y si otros niños no lo tienen,
Mejor, mi hijo, no lo tocarás,
Y no tomarlo mejor sería
Con mano y mano avergonzadas.


SONETOS DE LA MUERTE

I
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
Te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
Y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
Dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
Y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
Al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
Y en la azulada y leve polvareda de luna,
Los despojos livianos irán quedando presos.
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡Porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
Bajará a disputarme tu puñado de huesos!

II
Este largo cansancio se hará mayor un día,
Y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
Arrastrando su masa por la rosada vía,
Por donde van los hombres, contentos de vivir.

Sentirás que a tu lado caban briosamente,
Que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente
¡Y después hablaremos por una eternidad!

Sólo entonces sabrás el porqué no madura
Para las hondas huesas tu carne todavía,
Tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.
Se hará luz en la zona de los sinos, oscura:

Sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
Y, roto el pacto enorme, tenías que morir.

III
Malas manos tomaron tu vida desde el día
En que, a una señal de astros, dejara su plantel
Nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él.

Y yo dije al Señor: -Por las sendas mortales
Le llevan, ¡sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
O le hundes en el largo sueño que sabes dar!

¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad!
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor.
Se detuvo la barca rosa de su vivir

¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!

jueves, 23 de septiembre de 2010

Vicente Huidobro

Basta, señora arpa de las bellas imágenes (Vicente Huidobro, Chile 1893-1948)

© Ilustración de Nicoleta Ceccoli
Basta, señora arpa de las bellas imágenes
De los furtivos cosmos iluminados
Otra cosa, otra cosa buscamos
Sabemos posar un beso como una mirada

Plantar miradas como árboles

Enjaular árboles como pájaros
Regar pájaros como heliotropos
Tocar un heliotropo como una música
Vaciar una música como un saco
Degollar u
n saco como un pingüino
Cultivar pingüinos como viñedos
Ordeñar un viñedo como una vaca
Desarbolar vacas como veleros
Peinar un velero como un cometa
Desembarcar cometas como turistas
Embrujar turistas como serpientes
Cosechar serpientes como almendras
Desnudar una almendra como un atleta
Leñar atletas como cipreses
Iluminar cipreses como faroles
Anidar faroles como alondras
Exhalar alondras como suspiros
Bordar suspiros como sedas
Derramar sedas como ríos

Tremolar un río como una bandera
Desplumar una bandera como un gallo
Apagar un gallo como un incendio
Bogar en incendios como en mares
Segar mares como trigales

Repicar trigales como campanas
Desangrar campanas como corderos
Dibujar corderos como sonrisas
Embotellar sonrisas como licores
Engastar licores como alhajas
Electrizar alhajas como crepúsculos
Tripular crepúsculos como navíos

Descalzar un navío como un rey
Colgar reyes como auroras
Crucificar auroras como profetas
Etc. etc. etc.
Basta señor violín hundido en una ola
ola
Cotidiana ola de religión miseria
De sueño en sueño posesión de pedrerías
.

ARTE POÉTICA
© Ilustración de William Blake

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.

Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el sol.
El Poeta es un pequeño Dios

SEÑORA
Señora, hay demasiados pájaros
En vuestro piano
Que atrae el otoño sobre una selva
Espesa de nervios palpitantes y libélulas.
Los árboles en arpegios insospechados
A veces pierden la orientación del globo.
Señora, lo soporto todo. Sin cloroformo
Desciendo al fondo del alba
El ruiseñor rey de setiembre me informa
Que la noche se deja caer entre la lluvia
Burlando la vigilancia de vuestras miradas
Y que una voz canta lejos de la vida
Para sostener el espacio desclavado
El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer.
Señora, a las diez huele a tabaco de artista
Amáis el nadir a cuerpo de pájaro
Sois un fenómeno ligero
Me voy solitario hacia el ocaso de los turistas
Es mucho más bello.

DÍAS Y NOCHES TE HE BUSCADO

Imagen de la Película Across The Universe

















Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas.
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo.
Te has perdido entre las lágrimas.
Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando.
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado.
Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano.

EL PASO DEL RETORNO

© Foto de Vladimir Kovalev

Yo soy ese que salió hace un año de su tierra
Buscando lejanías de vida y muerte
Su propio corazón y el corazón del mundo
Cuando el viento silbaba entrañas
En un crepúsculo gigante y sin recuerdos.
Guiado por mi estrella
Con el pecho vacío
Y los ojos clavados en la altura
Salí hacia mi destino.
Oh mis buenos amigos
¿Me habéis reconocido?
He vivido una vida que no puede vivirse
Pero tú, poesía, no me has abandonado un solo instante.
Oh mis amigos, aquí estoy
Vosotros sabéis acaso lo que yo era
Pero nadie sabe lo que soy
El viento me hizo viento
La sombra me hizo sombra
El horizonte me hizo horizonte preparado a todo.
La tarde me hizo tarde
Y el alba me hizo alba para cantar de nuevo.
Oh poeta, esos tremendos ojos
Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol
Este es aquel que llegó al final del último camino
Y que vuelve quizás con otro paso
Hago al andar el ruido de la muerte
Y si mis ojos os dicen
Cuánta vida he vivido y cuánta muerte he muerto
Ellos podrían también deciros
Cuánta vida he muerto y cuánta muerte he vivido.
¡Oh mis fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros!
La noche ha dejado noche en mis cabellos
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero era ausencia aquella o era mayor presencia?
Cuando las piedras oyen mi paso
Sienten una ternura que les ensancha el alma
Se hacen señas furtivas y hablan bajo:
Allí se acerca el buen amigo
El hombre de las distancias
Que viene fatigado de tanta muerte al hombro
De tanta vida en el pecho
Y busca donde pasar la noche.
Heme aquí ante vuestros limpios ojos
Heme aquí vestido de lejanías
Atrás quedaron los negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado
Traigo un alma lavada por el fuego
Vosotros me llamáis sin saber a quién llamáis
Traigo un cristal sin sombra un corazón que no decae
La imagen de la nada y un rostro que sonríe
Traigo un amor muy parecido al universo
La Poesía me despejó el camino
Ya no hay banalidades en mi vida
¿Quién guió mis pasos de modo tan certero?
Mis ojos dicen a aquellos que cayeron
Disparad contra mí vuestros dardos
Vengad en mí vuestras angustias
Vengad en mí vuestros fracasos
Yo soy invulnerable
He tomado mi sitio en el cielo como el silencio.
Los siglos de la tierra me caen en los brazos
Yo soy amigos el viajero sin fin
Las alas de la enorme aventura
Batían entre inviernos y veranos
Mirad cómo suben estrellas en mi alma
Desde que he expulsado las serpientes del tiempo oscurecido.
¿Cómo podremos entendernos?
Heme aquí de regreso de donde no se vuelve
Compasión de las olas y piedad de los astros
¡Cuánto tiempo perdido! Este es el hombre de las lejanías
El que daba vuelta las páginas de los muertos
Sin tiempo sin espacio sin corazón sin sangre
El que andaba de un lado para otro
Desesperado y solo en las tinieblas
Solo en el vacío
Como un perro que ladra hacia el fondo de un abismo.
¡Oh vosotros! ¡Oh mis buenos amigos!
Los que habéis tocado mis manos
¿Qué habéis tocado?
Y vosotros que habéis escuchado mi voz
¿Qué habéis escuchado?
Y los que habéis contemplado mis ojos
¿Qué habéis contemplado?
Lo he perdido todo y todo lo he ganado
Y ni siquiera pido
La parte de la vida que me corresponde
Ni montañas de fuego ni mares cultivados
Es tanto más lo que he ganado que lo que he perdido
Así es el viaje al fin del mundo
Y ésta es la corona de sangre de la gran experiencia
La corona regalo de mi estrella
¿En dónde estuve, en dónde estoy?
Los árboles lloran un pájaro canta inconsolable
Decid, ¿quién es el muerto?
El viento me solloza
¡Qué inquietudes me has dado!
Algunas flores exclaman
¿Estás vivo aún?
¿Quién es el muerto entonces?
Las aguas gimen tristemente
¿Quién ha muerto en estas tierras?
Ahora sé lo que soy y lo que era
Conozco la distancia que va del hombre a la verdad
Conozco la palabra que aman los muertos
Este es el que ha llorado el mundo el que ha llorado resplandores.
Las lágrimas se hinchan, se dilatan
Y empiezan a girar sobre su eje.
Heme aquí ante vosotros
Cómo podremos entendernos, cómo saber lo que decimos
Hay tantos muertos que me llaman
Allí donde la tierra pierde su ruido
Allí donde me esperan mis queridos fantasmas
Mis queridos espectros
Miradme, os amo tanto pero soy extranjero
¿Quién salió de su tierra
Sin saber el hondor de su aventura?
Al desplegar las alas
Él mismo no sabía qué vuelo era su vuelo.
Vuestro tiempo y vuestro espacio
No son mi espacio ni mi tiempo
¿Quién es el extranjero? ¿Reconocéis su andar?
Es el que vuelve con un sabor de eternidad en la garganta
Con un olor de olvido en los cabellos
Con un sonar de venas misteriosas
Es este que está llorando el universo
Que sobrepasó la muerte y el rumor de la selva secreta
Soy impalpable ahora, como ciertas semillas
Que el viento mismo que las lleva no las siente
Oh Poesía nuestro reino empieza.
Este es aquel que durmió muchas veces
Allí donde hay que estar alerta
Donde las rocas prohíben la palabra
Allí donde se confunde la muerte con el canto del mar
Ahora vengo a saber que fui a buscar las llaves
He aquí las llaves
¿Quién las había perdido?
¿Cuánto tiempo ha que se perdieron?
Nadie encontró las llaves perdidas en el tiempo y en las brumas
¡Cuántos siglos perdidas!
Al fondo de las tumbas
Al fondo de los mares
Al fondo del murmullo de los vientos
Al fondo del silencio
He aquí los signos
¡Cuánto tiempo olvidados!
Pero entonces amigo, ¿qué vas a decirnos?
¿Quién ha de comprenderte? ¿De dónde vienes?
¿En dónde estabas? ¿En qué alturas, en qué profundidades?
Andaba por la Historia del brazo con la muerte.
Oh hermano, nada voy a decirte
Cuando hayas tocado lo que nadie puede tocar
Más que el árbol te gustará callar.

Miguel Arteche Salinas

 ESTA DAMA (Miguel Arteche, Chile, 1926)

© Dibujo de Silvair

Esta dama sin cara ni camisa,
Alta de cuello, suave de cintura,
Tiene todo el temblor de la hermosura

Que el tiempo oculta y el amor desliza.

Esta dama que viene de la brisa
Y el rango lleva de su propia altura,
Tiene ese no sé qué de la ternura

De una dama sin fin, bella y precisa.

Aunque esta dama nunca duerma en cama
Parece dama sin que sea dama
Y domina desnuda el mundo entero.
Esta dama perdona y no perdona.
Y para eso luce una corona

Esta dama que reina en el tablero.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ramón de Almagro

DON RAMÓN (Ramón de Almagro, Argentina 1934)


© Foto de Cancerio
Aprende un buen poema
Y lo disfrutarás toda tu vida,
Enséñaselo a tus hijos
Y nunca se sentirán solos,
Enséñaselo a tus nietos
Y siem
pre te recordarán.

LA PREGUNTA (fragmento)
El Beso - Rene Magritte
Porque odio la soledad, que ya mucho he sufrido,
Porque te quiero y no quiero ser causa de otro fracaso
Por eso, cuando te miro, por
eso cuando te abrazo
Nada quiero yo saber de la vida que has tenido,
Y si murmuro a tu oído, la pregunta que tendré,
Será la misma de siempre
Decime amor, ¿me querés?


¿QUE YO HABLO SOLO?
© Foto de Michael Laukeninks

¿Que yo hablo solo?
No me digan eso.
Es que soy poeta
Yo vivo buscando
Que rimen mis versos.
¿Que yo hablo solo?
Es que soy un viejo
Y los que escuchaban
Se me han ido lejos
Y los que vinieron
A ocupar sus puestos
Casi ni me hablan,
Hasta me tropiezan,
Andan apurados

Con todas sus cosas
Y yo de tan lerdo,
Siento que molesto.
¿Que yo hablo solo?
No me digan eso,
Yo nunca hablo solo.
Hablo con mis viejos
Con todos los míos,
Con tantos amigos
Que ya se me han ido.
Y ellos me escuchan.
Porque ellos no corren,
Porque ellos me esperan,
Porque están conmigo
Aunque no los vean.
¿Que yo hablo solo?
Será porque rezo,
Debe ser por eso,
Será porque rezo
Y al mover mis labios
Pensarán que hablo,
Debe ser por eso
Será por mis rezos
Y que soy poeta,
Yo vivo buscando
Que rimen mis versos.

SILENCIO
© Ilustración de Alicia Fernández

No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar, quédate mudo:
Que un silencio sin fin sea tu escudo
Y al mismo tiempo tu perfecta espada.

No llames si la puerta está cerrada,
No llores si el dolor es más agudo,
No cantes si el camino es menos rudo,
No interrogues sino con la mirada.

Y en la calma profunda y transparente
Que poco a poco y silenciosamente
Inundará tu pecho de este modo,

Sentirás el latido enamorado
Con que tu corazón recuperado
Te irá diciendo todo, todo, todo.

SONETO
© Arte Digital de YamiChi
Si para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido,
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado,
Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido,
Tengo por bien sufrido lo sufrido,
Tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido

Que lo que el árbol tiene de florido
Vive de lo que tiene sepultado.


lunes, 20 de septiembre de 2010

Oliverio Girondo

AZOTADME (Oliverio Girondo, Argentina 1891-1967)

© Foto de Michael Kenna

Aquí estoy,
¡Azotadme!
Merezco que me azoten.
No lamí la rompiente,
La sombra de las vacas,
Las espinas,
La lluvia;
Con f
ervor,
Durante años;
Descalzo,
Estremecido,
Absorto,
Iluminado.
No me postré ante el barro,
Ante el misterio intacto
Del polen,
De la cama,
Del gusano,
Del pasto;
Por timidez,
Por miedo,
Por pudor,
Por cansancio.
No adoré los pesebres,
Las ventanas heridas,
Los ojos de los burros,
Los manzanos,
El alba;
Sin restricción,
De hinojos,
Entregado,
Desnudo,
Con los poros erectos,
Con los brazos al viento,
Delirante,
Sombrío;
En comunión de espanto,
De humildad,
De ignorancia,

Como hubiera deseado.
¡Como hubiera deseado!

SI HUBIERA SOSPECHADO
 Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.

Apenas se desvanece la musiquita que
Nos echó a perder los últimos momentos
Cerramos los ojos para dormir la eternidad,
Empiezan las discusiones y las escenas de fa
milia.
¡Qué desconocimiento de las formas!
¡Qué carencia absoluta de compostura!
¡Qué ignorancia de lo que es bien morir!
Ni un conventillo de calabreses malcasados,
En plena catástrofe conyugal,
Daría una noción aproximada de las bataholas

Que se producen a cada instante.
Mientras algún vecino patalea dentro de su cajón,
Los de al lado se insultan como carreros,
Y al mismo tiempo que resuena un estruendo a mudanza,
Se oyen las carcajadas de los que habitan
En la tumba de enfrente.
Cualquier cadáver se considera con derecho
A manifestar a gritos los deseos que había logrado reprimir
Durante toda su existencia de ciudadano, y no contento con
Enterarnos de sus mezquindades, de sus infamias, a los cinco
Minutos de hallarnos instalados en nuestro nicho, nos
Interioriza de lo que opinan sobre nosotros
Todos los habitantes del cementerio.
De nada sirve que nos tapemos las orejas. Los comentarios,
Las risitas irónicas, los cascotes que caen
de no se sabe dónde,
Nos atormentan en tal forma los minutos del día y del insomnio,
Que nos dan ganas de suicidarnos nuevamente.
Aunque parezca mentira, esas humillaciones, ese continuo
Estruendo resulta mil veces preferible a los momentos de calma y silencio.
Por lo común, estos sobrevienen con una brusquedad de
Síncope. De pronto, sin el menor indicio, caemos en el vacío.
Imposible asirse a alguna cosa, encontrar un asperosidad a que
Aferrarse. La caída no tiene término. El silencio hace sonar su
Diapasón. La atmósfera se ratifica cada vez más, y el menor
Ruidito: una uña, un cartílago que se cae, la falange de un dedo
Que se desprende, retumba, se amplifica, choca y rebota con los
Obstáculos que encuentra, se amalgama con todos los ecos que
Persisten; y cuando parece que ya se va a extinguir, y cerramos
Los ojos despacito para que no se oiga ni el roce de nuestros
Párpados, resuena un nuevo ruido que nos espanta el sueño para siempre.
¡Ah, si yo hubiera sabido que la muerte es un país donde no se puede vivir!
© Foto de Poetario

                        







domingo, 19 de septiembre de 2010

Herman Hesse

 LOS LIBROS... HERMAN HESSE (Alemania 1877-1962)

Ninguno de los libros de este mundo
Te aportará la felicidad,
Pero secretamente te devuelven
A ti mismo.

Allí está todo lo que necesitas,
Sol, luna y estrellas,
Pues la luz que reclamas
Habita en tu interior.

Ese saber que tú tanto buscaste
Por bibliotecas resplandece
Desde todas las lágrimas,
Puesto que ese libro es tuyo ahora.

sábado, 18 de septiembre de 2010

William Blake














Tigre, tigre, que te enciendes en luz
Por los bosques de la noche
¿Qué mano inmortal, qué ojo

Pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes,
En qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
Pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿Qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?

¿Qué tremendas garras osaron
Sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
Y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿Sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
Por los bosques de la noche
¿Qué mano inmortal, qué ojo
Osó idear tu terrible simetría?







PROVERBIOS DEL INFIERNO










En tiempos de siembra aprende, en tiempos de cosecha enseña y en el invierno goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.
Quien desea y no actúa engendra la plaga.
El gusano perdona al arado que lo corta.
Sumergid en el río a quien ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella.
La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.
A la atareada abeja no le queda tiempo para la pena.
Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.
Ningún alimento sano se atrapa con red ni trampa.
En años de escasez, usa número, peso y medida.
No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.
Un cuerpo muerto no venga injurias.
El acto más sublime consiste en poner a otro delante de ti.
Si el necio persistiera en sus necedades llegaría a sabio.
La necedad es el atuendo de la bellaquería, la vergüenza es el atuendo del orgullo.
Las prisiones se construyen con piedras de ley; los burdeles con ladrillos de religión.
La altivez del pavo real es la gloria de Dios.
La lujuria del chivo es la liberalidad de Dios.
La ira del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es obra de Dios.
El exceso de pena ríe; el exceso de dicha llora.
El rugir de los leones, el aullido de los lobos, el oleaje furioso del mar huracanado y la espada destructora, son porciones de la eternidad demasiado grandes para que las aprecie el ojo humano.
El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.
El júbilo impregna; las penas engendran.
El ave un nido, la araña una tela, el hombre la amistad.
El egoísta y sonriente necio y el necio que frunce malhumorado el ceño han de considerarse sabios, y podrían ser medidos con la misma vara.
Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.
La rata, el ratón, el zorro y el conejo vigilan las raíces; el león, el tigre, el caballo y el elefante vigilan los frutos.
La cisterna contiene; el manantial rebosa.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Si estás siempre listo a expresar tu opinión, el vil te evitará.
Todo lo que es creíble es una imagen de la verdad.
Nunca el águila malgastó tanto su tiempo como cuando se propuso aprender del cuervo.
El zorro se provee a sí mismo; pero Dios provee al león.
Piensa por la mañana, actúa a mediodía, come al anochecer y duerme por la noche.
Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.
Así como el arado sigue a las palabras, Dios recompensa las plegarias.
Los tigres de la ira son más razonables que los caballos de la instrucción.
Del agua estancada espera veneno.
Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente.
Escucha los reproches de los tontos. Forman un título real
Los ojos del fuego, las narices del aire, la boca del agua, las barbas de la tierra.
El débil en coraje es fuerte en astucia.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer, tal como el león no interroga al caballo sobre cómo atrapar la presa.
Quien recibe agradecido da copiosas cosechas.
Si otros no hubiesen sido tontos, lo seríamos nosotros.
El alma rebosante de dulce deleite jamás será profanada.
Cuando ves un águila, ves una porción de genio: ¡alza la cabeza!
Tal como la oruga elige las hojas mejores para depositar en ellas sus huevos, el sacerdote lanza sus imprecaciones para los más dulces goces.
Crear una florecilla es labor de siglos.
La condena estimula, la bendición relaja.
El mejor vino es el más añejo; la mejor agua, la más nueva.
Las plegarias no aran. Los elogios no cosechan
Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.
La cabeza lo sublime; el corazón, lo patético; los genitales, la belleza; manos y pies, la proporción.
Como el aire al pájaro o el agua al pez, así es el desprecio para el despreciable.
El cuervo quisiera que todo fuese negro; el búho, que todo fuese blanco.
La exuberancia es belleza.
Si el león recibiese consejos del zorro, sería astuto.
El perfeccionamiento traza caminos rectos; pero los torcidos y sin perfeccionar son los caminos del genio.
Mejor matar a un niño en su cuna que alimentar deseos que no se llevan a la práctica.
Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.
La verdad nunca puede decirse de modo que sea comprendida sin ser creída.